Te voy a extrañar, y como no si eras una inyección de ego de 500 mg.
Me creíste ( y creí) especial. La racionalidad afloraba y aunque lo negaba, siempre disfruté que apreciaras mi sentido común, que según tú ( y robespierre) era el menos común de todos.
Y supe que la sinestesia es más que una figura literaria, y entendí porque podía oler los nombres y por qué razón peleaba la música.
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